Historia de los Juegos Olimpicos (de verano)

Los antiguos Juegos Olímpicos
(llamados así por celebrarse en la ciudad de Olimpia) fueron fiestas religiosas, culturales y deportivas celebradas en la antigua Grecia (776 adC - 392 dC) en honor a los dioses mayores. En ellos participaban los atletas, que debían ser ciudadanos, sólo hombres, y se entrenaban durante años en los gimnasios.
Existen muchas leyendas a cerca del origen de los antiguos Juegos Olímpicos. Una de ellas asocia los primeros Juegos con el concepto de la antigua Grecia de εκεχειρία (ekecheiria) o Tregua Olímpica. La fecha de comienzo de los mismos sirve como referencia al calendario helénico y se considera en el año 776 adC, aunque las opiniones de académicos la sitúan en un intervalo entre el año 884 adC y el 704 adC.
A partir de entonces, los Juegos tomaron rápidamente una mayor relevancia en la antigua Grecia, alcanzando su cenit en el sexto y quinto siglos adC. Las Olimpiadas tenían una importancia fundamentalmente religiosa, con concursos alternados con sacrificios y ceremonias en honor a Zeus (cuya estatua se alzaba majestuosamente en Olimpia) y a Pélope, héroe divino y rey mítico de Olimpia, famoso por su legendaria carrera de carros, y en cuyo honor se celebraron. El número de eventos aumentó hasta veinte, y las celebraciones se prolongaron durante varios días. Las primeras competiciones se basaban en carreras a pie, y más tarde se fueron introduciendo la lucha; el pentatlón, prueba de varios eventos que incluía lanzamiento de jabalina, lanzamiento de disco, salto de longitud, lucha y la carrera a pie; el pankration; carreras de carros, competiciones artísticas como música, poesía y danza.
En Olimpia se llegaron a celebrar 293 Juegos Olímpicos, hasta que con la conquista de Grecia por los romanos, el emperador romano Teodosio I los abolió el año 393. Como excusa dijo que eran paganos. Fueron restablecidas en su aspecto deportivo en 1894 por el barón de Coubertin, y hasta la actualidad siguen practicándose.
Los deportistas modernos están sujetos a múltiples presiones que los llevan a utilizar productos que les permiten mejorar sus logros, muchas veces poniendo en peligro su salud. El Comité Olímpico Internacional ha establecido desde 1968 los llamados controles anti-dopaje que pueden ser realizados en cualquier momento a petición del (COI) y que descalifican inmediatamente al atleta que resulte positivo.
Los juegos Modernos
En 1829 el gobierno francés, y en 1875, el gobierno alemán, hicieron excavaciones para desenterrar Olimpia. En 1881 quedaron completamente descubiertas las ruinas, y no hay duda de que los hombres de ciencia, al descubrirlas, también hicieron resurgir, a la luz, el espíritu y la gloria de los antiguos Juegos, motivando un fuerte deseo por revivirlos.
Aunque siempre que se habla del renacimiento de los Juegos Olímpicos, el hecho se le atribuye a Francia, y el Barón de Coubertin es llamado el padre de las Olimpiadas Modernas, la verdad es que el primer intento se hizo en Grecia, gracias al entusiasmo de un griego de apellido Zappas, mucho antes de que se pensara hacerlo en Francia. Fue así que en Grecia se efectuaron los primeros Juegos Olímpicos Modernos el 15 de noviembre de 1859, el 15 de noviembre de 1870, el 18 de mayo de 1875 y el 18 de mayo de 1889.
El intento fracasó debido a que el mundo no estaba todavía listo para el retorno de los Juegos y a que Grecia no era un país lo suficientemente importante para entusiasmar al resto del mundo con la idea. Otro factor importante fue que el patrocinador no tenía muchas ideas de organización, a diferencia del Barón de Coubertin, que buscó a los líderes del atletismo escolar universitario y amateur del mundo, de quienes obtuvo su ayuda.
Emocionado con el esplendor de la antigua Grecia y la belleza de los Juegos Olímpicos, Evangelios Zappas, que residía en Rumania, primero contribuyó al proyecto y, después del primer fracaso, a su muerte legó su fortuna entera para el renacimiento de los Juegos Olímpicos en Grecia.
Aunque los juegos que formaron parte de este primer intento no alcanzaron el éxito - debemos recordar que el primero se hizo en 1859, treinta y siete años antes de la primera Olimpiada Moderna oficialmente -, formaron un lazo de unión entre el pasado y el futuro.
El Barón Pierre de Coubertin escribió, a principios del siglo XX: “Olimpia y las Olimpiadas son símbolos de una civilización entera, superior a países, ciudades, héroes militares o religiones ancestrales”. Siendo cadete de la Academia Militar de St. Cyr, el noble galo renunció a sus estudios de ciencias políticas y se interesó por la sociología y la educación. Viajó por todo el mundo y quedó impresionado por el interés de los anglosajones (ingleses y estadounidenses) en los deportes. Atraído por los trabajos de exploración en Olimpia, y por los vanos esfuerzos por revivir los Juegos Olímpicos hechos en Grecia por Zappas, y con la creencia de que la competencia deportiva podía producir el entendimiento internacional, se dedicó a la tarea de revivir, él mismo, los Juegos Olímpicos, con la participación de todos los países del Mundo.
Coubertin presentó su proyecto a la Unión Deportiva y Atlética de París, a fines de 1892, después de una cuidadosa labor de relaciones públicas.
Coubertin era un hombre persistente y pronto tuvo oportunidad de solicitar el respaldo de otros países, cuando la Unión Deportiva Francesa organizó un congreso internacional sobre Amateurismo. El congreso se efectuó en 1894 y Coubertin obtuvo un sorprendente y fuerte respaldo de Estados Unidos y de hombres tan prominentes como el Duque de Esparta, el Príncipe de Gales, el príncipe heredero de Suecia, el rey de Bélgica y el primer ministro de Gran Bretaña. Estuvieron presentes, además, delegados de Grecia, Rusia, Italia y España. Asimismo, se recibieron comunicados oficiales de Alemania y Austria-Hungría, expresando interés en el proyecto.
Los entusiastas delegados decidieron no esperar hasta 1900, el año que se consideraba apropiado para comenzar a computar las Olimpiadas, sino que programaron el evento para el año de 1896, en Atenas, cerca de la sede de las Olimpiadas antiguas. Se acordó que los Juegos se celebrarían cada cuatro años, cambiándose la sede a diferentes ciudades importantes del mundo y que se elegiría un Comité Olímpico Internacional con plena autoridad de regir los Juegos. El sueño de Zappas, y posteriormente de Coubertin, se había hecho realidad. D. Vikelas, un griego que había figurado en la organización de los primeros intentos por revivir las Olimpíadas, fue el primer presidente del Comité Olímpico Internacional.

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