La guerra de las galaxias que perdió Lucas en Londres

El Tribunal Supremo británico dictaminó, confirmando resoluciones anteriores, que los cascos usados por los soldados imperiales de la película "La guerra de las galaxias" no son obras de arte y por tanto no están cubiertos por derechos de autor en el Reino Unido.
El dictamen dirime una batalla legal entre los realizadores del filme y el creador de los cascos.
En la cinta, los soldados imperiales están vestidos con una armadura metálica blanca y se encargan de mantener el orden en la galaxia.
El diseñador británico Andrew Ainsworth -quien reproduce y vende los cascos- describió la decisión como una victoria total, pero la corte también dictaminó que los derechos de autor de la empresa fílmica habían sido violados en Estados Unidos y que los cascos no podrán ser vendidos en ese país.
Ainsworth, quien se graduó de una escuela de arte, diseñó los cascos de casualidad, cuando tenía 27 años.
En ese momento, un amigo le dijo que Lucas, quien entonces era poco conocido, estaba buscando a alguien que creara los cascos pero que él no podía hacerlo porque no tenía mucha experiencia con plásticos.
"Pasé dos días diseñándolo e hice un prototipo y Lucas dijo: 'Genial, quiero 50", le contó Ainsworth a la BBC, quien ahora tiene 62 años.
Ainsworth después se encargó de hacer las armaduras. Le pagaban, sin firmar ningún tipo de contratos, 20 libras esterlinas por casco y 385 por armadura (US$33 y US$630, respectivamente, a la tasa de conversión actual).
Muchos años después, en 2002, cuando estaba luchando por pagar las matrículas para la escuela de sus hijos, Ainsworth desempolvó uno de los cascos y otras cosas que poseía relacionadas con la película y se subastaron por cerca US$94.000 en Christie's.
"El teléfono no dejaba de sonar... saqué los moldes, los limpié y empecé a hacer algunos cascos", dijo el diseñador.
En 2004, cuando había vendido cerca de 20 en EE.UU., Lucasfilm lo demandó por US$20 millones en ese país, planteando que él no era el dueño de los derechos de autor y no tenía derecho a venderlos.
Aunque la justicia estadounidense dictaminó a favor de la compañía, ésta tuvo que llevar el caso ante los tribunales británicos porque Ainsworth no tenía activos en EE.UU.
La justicia británica señaló que Lucasfilm tenía que demostrarle que los cascos eran obras de arte, lo que implicaría que sus derechos estarían protegidos durante la vida del autor, más 70 años.
De lo contrario, los considerarían objetos de utilería, cuyos derechos sólo están protegidos durante 15 años a partir del momento en que se comenzaron a comercializar.
A la larga, todas las instancias judiciales británicas dictaminaron a favor del Ainsworth, quien gastó aproximadamente US$1,2 millones enfrentándose al imperio de George Lucas.
¿Y cómo financió la batalla legal? Vendiendo cascos y armaduras, a cerca de US$800 y US$1.600, respectivamente


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