Rumor 2.0 en la era de internet
En una misma semana dos gigantes tecnológicas fueron víctimas de la misma estratagema virtual: la guerra del rumor.
Se trata del arte -o el desatino- de generar noticias falsas en
la red, difundirlas a través de redes sociales y después sentarse a
esperar que caigan en la trampa medios e internautas por igual.
Facebook se pobló de mensajes
en los que la gente aseguraba que "ante los más recientes cambios en la
política privacidad de la empresa" declaraban que el contenido era suyo
y no de la red social, instando a otros usuarios a hacer lo mismo.
En el caso de Google una empresa de relaciones públicas lanzó un
comunicado en el que aseguró que el buscador había adquirido la empresa
de WiFi, ICOA, por US$400 millones. La noticia falsa corrió como
pólvora.
Facebook no es la primera vez que es blanco de un rumor
de este tipo. Desde que su popularidad aumentó el sitio de hizo blanco
de especulaciones diciendo que iba a cobrar, borrar el contenido de sus
usuarios y otros dichos de ese tipo.
En la última entrega de esta telenovela, el mensaje en el que los
usuarios defendían "legalmente" los derechos de autor de su contenido,
comenzó a propagarse en muros a diestra y siniestra.
La intención era llamar la atención sobre nuevos cambios a la
privacidad en la red social; el efecto real fue darle un golpe de mala
publicidad a Facebook.
Tanto así que la empresa tuvo que publicar en su sitio un desmentido
asegurando: "Existe un rumor circulando que asegura que Facebook está
realizando un cambio relacionado con la propiedad intelectual de la
información y el contenido que sus usuarios publican en línea. Esto es
falso. Cualquier persona que usa Facebook tiene la propiedad y el
control del contenido y la información que publican, como se establece
en nuestras condiciones de servicio".
Pero más allá del rumor y el golpe de imagen a la red social, la
lección a aprender es que aunque fuera verdad, el publicar un mensaje de
estado pseudo-legal en Facebook no puede contravenir los términos y
condiciones del servicio que cada usuario acepta al unirse al sitio.
Como en cualquier otra página -y como lo hacen los millones de personas
que no forman parte de sus muros- al que no le gusta Facebook tiene la
opción de no utilizarlo.
El caso de Google parece ser más preocupante porque involucra también a las empresas periodísticas.
Resulta que la empresa PRWeb distribuyó un comunicado en el que daba cuenta de la falsa adquisición de ICOA.
Rápidamente varios medios y blogs reprodujeron la información dándola
por cierta sin verificar las fuentes ni hablar con los involucrados. La
historia incluso apareció en el sitio de Noticias del buscador que
simplemente agrega contenido por relevancia.
Pero con la misma velocidad tanto Google como ICOA salieron a
desmentir que la información fuera cierta. Minutos más tarde PRWeb
admitió que se había equivocado no "llevando a cabo un análisis riguroso
de la información como hacemos con todos nuestros comunicados".
¿Entonces quién distribuyó la falsa noticia? La respuesta es
desconocida pero sabiendo que las acciones de ICOA subieron como la
espuma durante unas cuantas horas, no es de extrañar que las teorías de
complot apunten a algún fraudulento tenedor de acciones de la compañía.
Y ese es quizá el mayor riesgo. La inmediatez de internet, la
velocidad con la que viaja la información hace necesario que no siempre
creamos lo que leemos.
No es un problema de internet, ni de las redes sociales, ni de los
blogs. Rumores y trampas han existido desde el principio de la
humanidad, pero -como en aquel entonces- basta con tener un pequeño
momento de duda cuando una noticia levanta una ceja.
En internet se pueden encontrar sitios como Snope o Hoaxbusters en los que se puede comprobar si el "rumor" tiene cara de noticia o de especulación.
No hay que olvidar que la red es lo que nosotros hacemos de ella.
David Cuen - BBC Mundo

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