América Latina apuesta por convertirse en santuario ballenero

La posibilidad de que los mares latinoamericanos sean declarados sucesivamente zonas protegidas para las ballenas tomó fuerza en la antesala de la 60ª asamblea anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI).
La iniciativa de convertir a América latina en santuario ballenero, está enmarcada en una estrategia global de los grupos ambientalistas, quienes pretenden transformar el hemisferio austral en zona libre de cacería de ballenas, en primer lugar, y de cetáceos, en segundo orden.
En ese escenario, el director en Santiago de Ecoceano, Juan Carlos Cárdenas, explicó que el nuevo objetivo es convertir amplias zonas de la region "en espacios de protección de las ballenas", cuyas distintas poblaciones son hoy como máximo la mitad de lo que eran antes de su caza industrial.
"Estamos ante una oportunidad única", dijo a la oficial de campañas del Fondo Internacional para Protección de los Animales y su Hábitat (IFAW, por sus siglas en inglés), Aimee Leslie, a su arribo a Santiago de Chile, sede del encuentro entre el 23 y 27 de junio.
La ambientalista, quien apoyó la decisión del gobierno local de convertir su mar en santuario ballenero, reveló que existen gestiones para que Colombia y Ecuador adopten medidas similares.
Además, confirmó que los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, Perú, Panamá, Costa Rica, Ecuador, México, Belice y Nicaragua comprometieron su voto a favor de la moratoria. "América Latina inclinó la balanza", reconoció.

Sin embargo, y como reconoció Aime Leslie, esas metas tropiezan con el lobby de Japón, país que, alegando razones científicas, cazó 12.000 ballenas desde 1987, pese a que sólo el uno por ciento de su población come esa carne de manera regular, una vez al mes.
"Incluso sabemos que han matado ballenas grises, de las cuales sólo quedan 40 hembras en el mundo", denunció sobre lo mismo el director ejecutivo de Oceanic Preservation Society, Louis Psihoyos.
Por ello, y debido a la gestión diplomática nipona en el Caribe anglosajón y África, la gran duda es cuán profundas serán las decisiones políticas que sancione la CBI en su cita anual.
Por un lado, Japón, Islandia y Noruega exigirán que la entidad intergubernamental sólo establezca cuotas de caza. Por otro, los países conservacionistas pedirán que amplíe su acción a las especies de cetáceos menores, como delfines y marsopas, resumió Psihoyos.
Sin embargo, en esta reunión los ecologistas arribarán también con argumentos económicos, para convencer a los gobiernos.
Un estudio desarrollado por la IFAW concluyó de hecho que hay 18 emplazamientos en Latinoamérica donde comunidades rurales viven del turismo de observación de ballenas.
"En general, ese turismo, que es sustentable, creció cinco veces más rápido que el promedio sectorial", dijo Leslie.
De no avanzar finalmente en la modernización de la CBI y de las iniciativas de los gobiernos, "se corre el riesgo que otras empresas transnacionales ingresen al negocio ballenero en aguas internacionales", planteó la directora del Centro de Conservación Cetácea, Elsa Cabrera.
"Si no logramos salvar a las ballenas, que son un símbolo, no seremos capaces de nada", resumió finalmente Aime Leslie.

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