Birmania: los militares abren fuego

Las fuerzas armadas de Birmania abrieron fuego en un nuevo intento por dispersar a miles de personas que protestaban contra el gobierno en Rangún.

Según versiones de testigos, no se puede precisar si los disparos fueron al aire o contra la multitud, pero al parecer hubo un muerto.
El ejército ha emitido advertencias que ordenan a los manifestantes irse a sus casas o enfrentar medidas más serias.
Cerca de mediodía, miles de personas salieron a las calles de Rangún en una clara demostración de desafío, cantando canciones nacionalistas e insultando a los soldados que pasaban en transportes militares.
Los soldados respondieron con disparos.
El canal oficial de televisión MRTV-3 informó que un soldado y ocho civiles habían muerto durante las manifestaciones, y anunció que muchos habían sido intimidados para unirse a las protestas.
"Algunos miembros de la comunidad religiosa shanga y otros laicos forzaron a muchos a participar en las manifestaciones, y a quienes se negaban les pedían donativos en efectivo o en especie", aseguró la televisión.
Los noticieros afirman que la BBC y la Voz de América están transmitiendo mentiras.
Hay menos monjes en las calles -muchos fueron arrestados-, pero una gran cantidad de civiles, lo que significa que la Junta Militar puede tener menos reparos en disparar a los manifestantes.
Según la embajada británica, los tripulantes de cuatro vehículos militares rodeados por los asistentes a la marcha dispararon para abrirse paso, y no se sabe si hubo muertos.
La agencia japonesa de noticias Kyodo anunció que el gobierno militar de Birmania había informado a la embajada de Japón que un fotógrafo japonés murió en los incidentes.
Un hotel en el que se hospeda la prensa extranjera fue rodeado y saqueado, aunque no se ha podido establecer quiénes fueron los responsables.
No hay ninguna señal que permita establecer si el gobierno militar está dispuesto a escuchar los llamados de todo el mundo a la prudencia, según el corresponsal de la BBC en el Sureste Asiático, Jonathan Head.
Los integrantes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas "expresaron su preocupación ante el estado de cosas, y han pedido prudencia, especialmente al gobierno de Birmania", declaró el embajador de Francia ante la ONU, Jean-Maurice Ripert.
El Consejo de Seguridad recibió con beneplácito la idea de que el subsecretario general de la ONU Ibrahim Gandari fuera a la región, y pidió al gobierno birmano que lo reciba "lo más pronto posible".
Estados Unidos exigió el fin de la violencia contra las manifestaciones políticas, y declaró que el gobierno militar no debe interponerse en el deseo de su pueblo por la libertad.
China, el principal aliado y socio comercial de Birmania, señaló que está sumamente preocupada por la situación y reiteró su llamado a la prudencia.
Japón anunció que llamará al embajador birmano para expresar su protesta por los allanamientos de templos budistas.
Portugal, que ocupa la presidencia temporal de la Unión Europea, indicó que un grupo de expertos evalúa las opciones de una respuesta a las acciones del gobierno militar, entre ellas nuevas sanciones.

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