Tibet: "al menos 80 muertos"

Al menos 80 personas murieron en las protestas de los últimos días en Tibet, informó el gobierno en el exilio en India, poniendo en duda los reportes de las autoridades chinas en esa región que hablan de diez víctimas fatales.
En una entrevista exclusiva a la BBC, el Dalai Lama, expresó sus temores de que se produzca un baño de sangre en la región que fuera ocupada por China en 1950.
Por su parte, uno de sus asesores,Tenzin Taklha, indicó que por diversas fuentes saben que entre los cadáveres que se hallaron hasta ahora, figuran los de 26 personas muertas este sábado cerca de la prisión de Dratchi, en Lhasa.
Otros cuerpos habrían sido encontrados cerca del templo budista Ramoche, de una mezquita y una catedral en la capital tibetana.
En tanto la ciudad sigue bajo sitio del ejército chino que ha prohibido el ingreso de extranjeros así como de medios periodísticos occidentales, por lo que se hace muy difícil verificar las diferentes versiones sobre los hechos.
Por su parte, las autoridades chinas que controlan Tibet, mantienen sus advertencia a los manifestantes de que actuarán sin contemplación si, para este lunes, no deponen su actitud.
"Sepan discernir entre los enemigos y los amigos, mantengan el orden", son los mensajes que se escuchan por los altoparlantes en la ciudad según imágenes transmitidas por la televisión en Hong Kong.
Los disturbios, que comenzaron hace una semana, han sido descritos como los mayores y más violentos contra la presencia china en la región autónoma en casi 20 años.
Este viernes, los manifestantes incendiaron edificios y vehículos en el barrio antiguo de la ciudad, mientras perseguían a comerciantes chinos y saqueaban o destruían sus tiendas.
"Nosotros no disparamos", dijo el presidente del Gobierno Regional Autónomo de Tibet, Qiangba Puncog, informó Xinhua

De hecho, el estallido de violencia marcó el punto más álgido de las protestas que cientos de monjes budistas comenzaron el 10 de marzo recordando el aniversario de la rebelión tibetana contra Pekín en 1959.
Tibet había sido invadido y ocupado por China nueve años antes, pero el ejército chino aplastó esa rebelión y provocó la huida al exilio de Dalai Lama, quien en la actualidad vive en India.
Junto a él salieron otros 100.000 tibetanos, mientras la fallida revuelta se cobró más de 10.000 vidas.
Otro intento insurgente se repitió 30 años más tarde, en 1989. Comenzó también un 10 de marzo y aunque el número de víctimas fue de algunas decenas, el gobierno chino declaró la ley marcial en Tibet por más de un año.
Las autoridades chinas responsabilizan por esta nueva revuelta a los que la agencia Xinhua calificó de "La camarilla del Dalai", algo que negó un portavoz del líder espiritual del budismo tibetano.
Los disturbios pueden poner en un serio compromiso al gobierno chino ya que tienen lugar a casi dos semanas de que la famosa antorcha olímpica empiece su recorrido hacia Pekín en un trayecto que contempla precisamente el paso por el Tibet.
Pero no solamente la imagen del gobierno chino ante los próximos Juegos Olímpicos está en juego. Varias agencias de noticias reportan disturbios en varias zonas del país, especialmente las provincias cercanas a Tibet en solidaridad con las protestas en esa región.
La agencia Reuters, indica que unos 200 manifestantes arrojaron bombas molotov e incendiaron una estación de policía en la provincia de Sichuan, desde donde los agentes abrieron fuego.
Por su parte el Centro Tibetano para los Derechos Humanos y la Democracia, denunció que fuerzas de seguridad china lanzaron un ataque contra el monasterio Amdo Ngaba Kirti de la prefectura de Aba, Sichuan.
Según la información que no pudo ser confirmada, esto habría ocurrido luego de que tras las plegarias del domingo, los monjes hicieran flamear la bandera prohibida de Tibet y entonaran cánticos pro independentistas.
Otros reportes indican que los efectivos chinos lograron retomar el control de la ciudad de Xiahe, en la provincia de Gansu, donde grupos de tibetanos también salieron a protestar.
Estados Unidos y Alemania, entre otros gobiernos, han instado a Pekín a poner fin a la violencia y a ser transparente en la información de los hechos.

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