Inglaterra recuerda a su princesa diez años después de su muerte

Adorada por las masas, perseguida por los medios y odiada por los monárquicos más puristas. La vida de Diana Spencer, más conocida como Diana de Gales, fue un cuento de princesas con carroza, bruja malvada y madrastra, pero sin perdices al final. Diez años han pasado desde el accidente que truncó sus deseos de poder tener una verdadera historia de amor junto a Dodi Al Fayed. Pero su recuerdo y su trayectoria, que parece más sacada de la ficción que de la vida real, permanece en el corazón de gran parte del mundo.
La reina de Inglaterra nunca vio con buenos ojos a la chica que su hijo Carlos eligió. En cambio, el príncipe observó en Diana las cualidades de una esposa abnegada y cándida. Más de 700 millones de personas asistieron a lo que creían la culminación de una fábula de hadas el 29 de julio de 1981. Diana bajaba de un carruaje digno de La Cenicienta, encorsetada en un traje con más de 10.000 perlas engarzadas y una cola de 25 metros de largo hacia la catedral de San Pablo. Le esperaba un futuro marido que la menospreciaría constantemente.
Su inocencia se fue desgarrando y su candor se apagaba como el de una rosa encerrada en el lúgubre calabozo que era el palacio de Westminster. El nacimiento de los dos vástagos -Guillermo y Enrique- no consiguió crear el ambiente de familia feliz que ella esperaba y mantener la pose ante la prensa se hizo cada vez más difícil. Era en 1996 cuando este matrimonio lleno de ilusión y amor unilateral acabó con el divorcio.
Iluminada por los flashes gran parte de su vida, acabó del mismo modo la noche del 30 al 31 de agosto en el Puente del Alma, en París. Atrapada entre los amasijos de su coche junto a su última pareja, Dodi Al Fayed, de la que se rumoreó que esperaba un hijo, no pudo deshacerse de los 'paparazzi' ni en sus últimos minutos de vida. Se disparó entonces la 'Dianamanía'. Fue tanta la presión popular que la casa real británica tuvo que hacer un entierro de estado.
Actos en su honor
servicio religioso ha conmemorado en Londres el décimo aniversario de su muerte. Este año, los dos hijos de Diana, los príncipes Guillermo y Enrique, han sido los encargados de organizar el acto en memoria de su madre, así como un concierto que se celebró el día del cumpleaños de la princesa, el 1 de julio, al que asistieron más de 70.000 personas.
Unas 500 personas han asistido a la misa por la princesa, en presencia de la reina Isabel II y del príncipe de Gales en la Capilla de la Guardia, próxima a la residencia real del Palacio de Buckingham, que se ha transmitido en directo por televisión. El primer ministro Gordon Brown, su predecesor, Tony Blair y el cantante Elton John figuran entre los invitados. El propietario de los grandes almacenes Harrods, Mohamed Al Fayed, que no ha sido invitado a la ceremonia, guardará dos minutos de silencio en la tienda con sus empleados.
La gran ausente en el evento será la segunda esposa del heredero al trono, Camila, que justificó su decisión de no acudir alegando que su presencia distraería la atención del verdadero objetivo del acto, "recordar la vida y trabajo de Diana". La duquesa de Cornualles, a la que en su día la propia Lady Di se refirió como a la "tercera persona" en su matrimonio, continúa en la residencia veraniega de la familia real en Balmoral, en Escocia.
Distintas tesis sobre su muerte
El detective francés Jean Claude Mules, uno de los agentes que investigaron la muerte de la princesa, atribuye al conductor del automóvil Fiat Uno blanco, que chocó contra el coche en el que viajaba la princesa, la responsabilidad del trágico accidente. Así lo recoge hoy en portada el periódico británico Daily Express, que recupera con estas nuevas declaraciones la teoría de que hubo una conspiración para asesinar a Diana y a su novio. Sin embargo, aún no se ha logrado encontrar ni el Fiat Uno blanco, ni a su conductor.
La investigación británica que duró tres años y cuyas conclusiones se presentaron a finales de 2006, estableció que se trató de un "accidente trágico" de automóvil. Consideró por tanto "infundadas" las acusaciones expuestas por el magnate egipcio y padre de Dodi, Mohamed Al Fayed, según el cual su hijo y la princesa murieron como resultado de una conspiración de los poderes del Estado y del duque de Edimburgo.
Según Mules, se barajaron dos nombres como los posibles conductores del vehículo blanco: el paparazzo James Andanson, que supuestamente se suicidó en el 2000, y el vigilante de seguridad Le Van Than, propietario de un Fiat Uno blanco, que el día después del accidente bajo el Puente del Alma repintó de color rojo.
En una vista preliminar celebrada el pasado mes en el Tribunal Superior de Justicia de Londres, el nuevo juez instructor del caso, Scott Baker, dijo que la investigación judicial sobre la muerte de la pareja, que arrancará en octubre, analizará si la princesa estaba embarazada y el papel que tuvo el misterioso coche.

Comentarios

Entradas populares