El oro y los dólares de Tutankamón

"Nombrar a los muertos es regresarlos a la vida", dice un antiguo proverbio egipcio, que parece una sentencia infalible cuando el difunto en cuestión es el rey Tutankamón.
Y no hablo aquí de las maldiciones asociadas al faraón y su sepulcro, sino de dividendos: el niño rey de la décimoctava dinastía egipcia es una fuente inagotable de ganancias.
La mayor exhibición fuera de Egipto de tesoros de su tumba llegó a Londres, 35 años después de su última visita, y aspira a convertirse en la más exitosa atracción temporal en la historia de esta capital.
La muestra "Tutankamón y la era dorada de los faraones" se aloja en un flamante centro de convenciones del este de la ciudad, que está en manos de AEG, una corporación dedicada al negocio del entretenimiento.

Allí, y pese a los US$30 que cuestan las entradas más baratas, se espera la visita de más de un millón de personas a lo largo de nueve meses. Y una recaudación final superior a los US$10 millones.
Pero, esta vez, una porción del dinero recaudado irá de regreso a la tierra de los faraones. Según informó la empresa organizadora, el 75 por ciento del valor de las boletas se entregará al gobierno de Egipto, para proyectos de restauración y conservación de sitios arqueológicos.
"Ya no habrá más 'comida gratis'. Con esta exhibición, y otra programada para dentro de 5 años, Egipto obtendrá un total US$140 millones", declaró Zahi Hawass, un reconocido egiptólogo que está al frente del Consejo Supremo de Antigüedades de su país y trabajó en conjunto con AEG para esta muestra.
Según declaró el funcionario, históricamente Egipto no ha percibido beneficios suficientes por las reliquias que entrega en préstamo para giras internacionales.
"Cuanto Tutankamón vino a Londres, hace tres décadas, Egipto no recibió ni un centavo... y el Museo Británico aún sigue facturando por esa muestra", reclamó Hawass.

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